Sección 108

1

A. Escuchad, vosotros, oh pueblo de mi Iglesia, dice el Señor vuestro Dios, y oíd la palabra del Señor concerniente a vosotros; el Señor, vendrá inesperadamente a Su Templo; el Señor, que bajará en juicio sobre el mundo con una maldición; sí, sobre todas las naciones que olvidan a Dios y sobre todos los impíos que hay entre vosotros.

B. Porque desnudará su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los extremos de la tierra verán la salvación de Su Dios.

2

A. Por consiguiente, ¡preparaos, preparaos, oh pueblo mío! ¡Santificaos, congregaos, o pueblo de mi Iglesia, sobre la tierra de Sión, todos los que no habéis recibido el mandamiento de deteneros!

B. Salid de Babilonia. Sed limpios, vosotros los que lleváis los vasos del Señor. Convocad vuestras asambleas solemnes y hablaos a menudo los unos a los otros.

C. Que cada cual invoque el nombre del Señor; sí, de cierto os digo otra vez: Ha llegado la hora en que la voz del Señor os dirige: Salid de Babilonia; congregaos de entre las naciones, de los cuatro vientos, desde un cabo del cielo hasta el otro.

3

A. Enviad los ancianos de mi Iglesia a las naciones que se hallen lejos; a las islas del mar; enviadlos a los países extranjeros; llamad a todas las naciones; primeramente a los gentiles y después a los judíos.

B. Y he aquí, ésta será su proclamación, y la voz del Señor para todo pueblo:

C. Id a la tierra de Sión para que se ensanchen los linderos de mi pueblo, se fortalezcan sus estacas y Sión pueda extenderse a las regiones circundantes; sí, que se oiga la proclamación entre todo pueblo: Despertaos, levantaos, y salid a recibir al Esposo.

D. He aquí, el Esposo viene, salid a recibirle. Preparaos para el gran día del Señor.

4

A. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora. Que los que se hallan entre los gentiles huyan, pues, a Sión.

B. Y los que sean de Judá huyan a Jerusalén, a las montañas de la casa del Señor. Salid de entre las naciones, o sea de Babilonia, de en medio de la iniquidad, que es la Babilonia espiritual.

C. Pero, de cierto, así dice el Señor: Que vuestra huida no sea precipitada, sino prepárense todas las cosas de antemano; y el que fuere, que no mire hacia atrás, no sea que una destrucción repentina le sobrevenga.

5

A. Prestad atención y escuchad, oh habitantes de la tierra.

B. Escuchad juntamente, vosotros los ancianos de mi Iglesia, y oíd la voz del Señor, porque Él llama a todas las personas, y les manda en todas partes que se arrepientan; porque, he aquí, Dios el Señor ha enviado al ángel que proclama por en medio del cielo, diciendo:

C. Preparad el camino del Señor y enderezad Sus sendas, porque la hora de Su venida se acerca, cuando el Cordero estará de pie sobre el Monte de Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil que tendrán el nombre de Su Padre escrito en sus frentes;

D. Por lo tanto, preparaos para la venida del Esposo; salid, salid a recibirle, porque, he aquí, Él estará de pie sobre el Monte de los Olivos, y sobre el poderoso océano, o sea el gran abismo, y sobre las islas del mar y sobre la tierra de Sión.

E. Dará Su voz desde Sión y hablará desde Jerusalén, y Su voz se oirá entre todo pueblo, y será una voz como de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos que derribarán las montañas, y no se hallarán los valles.

F. Él mandará al gran abismo, y éste será arrojado hacia los países del norte, y las islas serán una sola tierra, y la tierra de Jerusalén y la tierra de Sión volverán a sus propios lugares, y la tierra será como en los tiempos antes de que fuera dividida.

G. Y el Señor, aun el Salvador, estará en medio de Su pueblo y reinará sobre toda carne.

6

A. El Señor se acordará de los que estuvieren en los países del norte, y Sus profetas oirán Su voz, y no se detendrán por más tiempo, y golpearán las peñas, y el hielo se escurrirá a Su presencia.

B. Y se levantará una calzada en medio del gran mar. Sus enemigos serán presa de ellos, y en los yermos brotarán pozos de aguas vivas; y la tierra reseca no volverá a tener sed.

C. Y los del norte traerán sus ricos tesoros a los hijos de Efraín mis siervos. Y los confines de las cordilleras eternas temblarán ante la presencia de ellos.

D. Entonces se postrarán, y serán coronados de gloria, aun en Sión, por las manos de los siervos del Señor, o sea, los hijos de Efraín; y estarán llenos de cánticos de gozo sempiterno.

E. He aquí, ésta es la bendición del Dios eterno sobre las tribus de Israel, y la bendición más rica sobre la cabeza de Efraín y sus compañeros.

F. Y también los de la tribu de Judá, después de sus aflicciones, serán purificados en santidad ante el Señor, para morar en Su presencia día y noche para siempre jamás.

7

A. Ahora, de cierto dice el Señor: Para que se sepan estas cosas entre vosotros, oh habitantes de la tierra, he enviado a mi ángel, quien ha volado por en medio del cielo con el evangelio eterno, y lo ha entregado al hombre. Se ha aparecido a algunos, y se aparecerá a muchos de los que moran en la tierra.

B. Este evangelio será predicado a toda nación, tribu, lengua, y pueblo, y los siervos de Dios saldrán, proclamando en alta voz:

C. Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de Su juicio ha llegado. Adorad a Aquél que hizo el cielo, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas, invocando el nombre del Señor día y noche, diciendo: ¡Oh, si rompieses los cielos y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes!

D. Y se verificará sobre sus cabezas, porque la presencia del Señor será como un fuego abrasador de fundiciones, y como el fuego que hace hervir las aguas.

8

A. Oh Señor, Tú bajarás para hacer notorio tu nombre a tus enemigos, y todas las naciones temblarán a tu presencia.

B. Cuando hagas cosas terribles, cuales no esperan; sí, cuando desciendas y se escurran los montes delante de tu presencia, saldrás al encuentro de aquél que se regocija y obra rectamente, que se acuerda de Ti en tus caminos;

C. Porque desde el principio del mundo no han oído ni percibido los hombres con sus oídos, ni ojo ha visto fuera de Ti, oh Dios, cuán grandes cosas has preparado para aquél que te espera.

9

A. Y se dirá: ¿Quién es Éste que baja de Dios en el cielo, con vestidos teñidos; sí, de regiones desconocidas, vestido con ropas gloriosas, que marcha en la grandeza de su poder?

B. Y Él dirá: Soy Aquél que habló en rectitud, poderoso para salvar.

C. El vestido del Señor será rojo; y sus ropas como del que pisa en el lagar, y tan grande será la gloria de Su presencia que el sol esconderá su faz avergonzado; y la luna detendrá su luz; y las estrellas serán arrojadas de sus lugares;

D. Y se oirá Su voz: He pisado yo solo el lagar, y he traído juicio sobre todo pueblo; y nadie estuvo conmigo;

E. Los he hollado con mi furor, los pisé con mi ira, he salpicado su sangre sobre mis vestidos, y manché todas mis ropas; porque éste era el día de venganza que estaba en mi corazón.

10

A. Ahora el año de mis redimidos ha llegado; y ellos harán mención de la amable bondad de su Señor, y todo lo que sobre ellos Él ha conferido conforme a su bondad, y de acuerdo con Su amable misericordia, para siempre jamás.

B. En todas las aflicciones de ellos, fue afligido. Y el ángel de la presencia del Señor los salvó; y en Su amor y en Su clemencia los redimió, y los sostuvo y los llevó todos los días de la antigüedad.

C. Sí y también Enoc y los que estuvieron con él; los profetas que fueron antes de él; así como Noé, y los que fueron antes de él, y también Moisés y los que fueron antes de él; y de Moisés a Elías, y de Elías a Juan, quienes estuvieron con Cristo en Su resurrección, y los santos apóstoles, junto con Abraham, Isaac y Jacob, estarán en la presencia del Cordero.

D. Y los sepulcros de los fieles se abrirán, y saldrán, y se pondrán a la diestra del Cordero cuando Él esté de pie sobre el monte de Sión y sobre la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, y cantarán el cántico del Cordero día y noche para siempre jamás.

11

A. Con este propósito, para que los hombres pudieran participar de las glorias que habían de ser reveladas, el Señor envió la plenitud del evangelio, Su pacto sempiterno, razonando con claridad y simplicidad, para preparar a los débiles para aquellas cosas que vendrán sobre la tierra;

B. Y para la comisión del Señor en aquel día en que los débiles confundirán a los sabios, y la pequeña nación vendrá a ser fuerte, y dos pondrán en fuga sus decenas de millares. Por las cosas débiles de la tierra el Señor trillará a las naciones por el poder de Su Espíritu.

C. Para este fin se dieron estos mandamientos. Se mandó que fuesen negados al mundo el día en que fueron dados, mas ahora han de ir a toda carne.

D. Y esto, de conformidad con la disposición y la voluntad del Señor, quien gobierna sobre toda carne; y al que se arrepintiere y se santificare ante el Señor, se le dará la vida eterna.

E. Y sobre aquellos que no escucharen la voz del Señor se cumplirá lo que fue escrito por el profeta Moisés, que serían desarraigados de entre el pueblo.

12

A. Y también lo que fue escrito por el profeta Malaquías:

B. Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, sí, todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho el Señor de los Ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.

C. Por tanto, ésta será la contestación del Señor para ellos:

D. En aquel día cuando vine a los míos, ninguno de entre vosotros me recibió, y fuisteis echados fuera.

E. Cuando llamé otra vez, no hubo de entre vosotros quien respondiera, sin embargo, mi brazo no ha sido acortado en modo ninguno para que no pudiera redimir, ni tampoco mi poder para librar.

F. He aquí, con mi represión hago secar el mar. Convierto los ríos en desierto; sus peces mueren de sed y se pudren. Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta. Y esto recibiréis de mi mano, en angustia os acostaréis.

13

A. He aquí, no hay quien os libre, porque no obedecisteis mi voz cuando os llamé de los cielos, no creísteis a mis siervos, y cuando os fueron enviados, no los recibisteis.

B. Por consiguiente ellos sellaron el testimonio y ligaron la ley, y vosotros fuisteis entregados a las tinieblas. Estos irán a las tinieblas de afuera, donde es el lloro, el lamento, y el crujir de dientes. He aquí, el Señor vuestro Dios lo ha dicho. Amén