Sección 112

1

Creemos que Dios instituyó los gobiernos para el beneficio del hombre, y que Él considera a los hombres responsables de sus actos con relación a dichos gobiernos, tanto al formular leyes como al administrarlas, para el bien y la protección de la sociedad.

2

Creemos que ningún gobierno puede existir en paz a menos que se formulen, y se mantengan invioladas unas leyes que garantizarán a cada individuo el libre ejercicio de su conciencia, el derecho a tener y administrar propiedades, y la protección de su vida.

3

Creemos que todos los gobiernos necesariamente requieren oficiales y magistrados civiles que pongan en vigor las leyes de dichos gobiernos; y que se debe buscar y sostener, por la voz del pueblo (si se trata de una república), o por la voluntad del soberano, a quienes administren la ley con equidad y justicia.

4

A. Creemos que Dios ha instituido la religión, y que los hombres son responsables ante Él, y ante Él únicamente, por el ejercicio de ella, a no ser que sus opiniones religiosas los impulsen a infringir los derechos y las libertades de otros;

B. Pero no creemos que las leyes humanas tengan el derecho de intervenir prescribiendo reglas de adoración para ligar las conciencias de los hombres, ni de dictar formas para la devoción pública o privada.

C. Creemos que los magistrados civiles deben reprimir el crimen, pero nunca controlar las conciencias; que deben castigar el delito, pero nunca suprimir la libertad del alma.

5

A. Creemos que todos los hombres están obligados a sostener y apoyar a los gobiernos respectivos del lugar donde residen, mientras las leyes de dichos gobiernos los protejan en sus derechos inherentes e inalienables; y que la sedición y la rebelión son impropias de ciudadanos protegidos de esta forma, y deben ser castigadas como corresponde;

B. Y que todos los gobiernos tienen el derecho de establecer leyes que, a su propio juicio, estimen ser las que mejor garanticen los intereses públicos, pero al mismo tiempo, considerando sagrada la libertad de conciencia.

6

A. Creemos que todo hombre debe ser respetado en su posición: los gobernantes y magistrados como a tales, ya que han sido puestos para la protección de los inocentes y el castigo de los culpables;

B. Y que todo hombre debe respeto y deferencia a las leyes, porque sin ellas la paz y la armonía se verían suplantadas por la anarquía y el terror.

C. Afirmamos que las leyes humanas se han instituido con el propósito expreso de regular nuestros intereses como individuos y naciones, entre hombre y hombre; y que las leyes divinas, dadas desde el cielo, prescriben las reglas de los asuntos espirituales, sobre la fe y la adoración; y de ambas el hombre es responsable ante su Creador.

7

A. Creemos que los gobernantes, los estados y los gobiernos tienen el derecho y la obligación de establecer leyes para la protección de todos los ciudadanos en el libre ejercicio de sus creencias religiosas.

B. Pero no creemos que tengan, en justicia, el derecho de privar a los ciudadanos de este privilegio, ni de prohibirles sus opiniones, en tanto que muestren consideración y reverencia hacia las leyes, y sus opiniones religiosas no justifiquen la sedición ni la conspiración.

8

A. Creemos que la comisión de crímenes debe ser castigada de acuerdo con la naturaleza de la ofensa;

B. Que el homicidio, la traición, el robo, el hurto y la violación de la paz pública, de cualquier manera que sean, deben ser castigados por las leyes del gobierno que rija en el lugar donde se cometiere la ofensa, de acuerdo con su criminalidad y su tendencia a propagar el mal entre los hombres;

C. Y que en bien de la paz y la tranquilidad pública, todo hombre debería ofrecerse y hacer uso de sus facultades para conseguir el castigo de los que infringieren las leyes buenas.

9

No creemos que sea justo mezclar las influencias religiosas con el gobierno civil, con el resultado de que una sociedad religiosa se vea favorecida mientras que a otra le son vedados sus privilegios espirituales y a sus miembros se les niegan sus derechos individuales como ciudadanos.

10

A. Creemos que todas las sociedades tienen el derecho de disciplinar a sus miembros por conducta desordenada, según las leyes y reglamentos de dichas sociedades, con tal que estas medidas disciplinarias tengan que ver con su calidad de miembros y sus derechos en la confraternidad.

B. Pero no creemos que sociedad religiosa alguna tenga autoridad para juzgar a los hombres sobre sus derechos a la propiedad o a la vida, ni que tampoco tenga autoridad alguna para quitarles los bienes de este mundo, ni poner en peligro sus vidas o cuerpos, ni infligirles castigos físicos. Puede únicamente excomulgarlos de su sociedad y privarles de su confraternidad.

11

A. Creemos que, cuando hayan sufrido atropellos personales o se hayan infringido sus derechos a la propiedad o al carácter, para buscar la reparación de todas las injusticias y agravios, los hombres deben apelar a las leyes civiles en el lugar donde existan tales leyes que los protejan;

B. Pero creemos que todo hombre queda justificado en tiempos de emergencia, cuando no es posible apelar inmediatamente a la ley y obtener satisfacción, si se defiende a sí mismo y defiende a sus amigos, su propiedad y el gobierno, de ataques y atropellos ilícitos por parte de cualquier persona.

12

A. Creemos que es justo predicar el evangelio a las naciones de la tierra, y amonestar a los fieles a que se salven de la corrupción del mundo;

B. Pero no creemos que sea justo intervenir con los esclavos, ni predicarles el evangelio, ni bautizarlos en contra de la voluntad y deseos de sus amos;

C. Ni tampoco meterse con ellos, o influirlos en lo más mínimo, causando que queden descontentos de su situación en esta vida, poniendo así en peligro las vidas de los hombres.

D. Creemos que tal intervención es ilícita, injusta, y peligrosa para la paz de todo gobierno que permite mantener seres humanos en la esclavitud.