Sección 148

Durante el periodo desde la última Conferencia Mundial he prestado continua consideración a la condición de los concilios y las órdenes sacerdotales de la Iglesia. Lo hice esperando recibir la luz divina respecto a los asuntos de grave importancia para el futuro de la Iglesia. En esto, he procurado diligentemente la dirección divina para que yo tuviese también la sabiduría de conducir rectamente los asuntos confiados a mi cuidado. Lo he hecho con meditación personal y oraciones.

En una de estas ocasiones, después de retirarme a descansar, fui despertado y se me hizo saber que de nuevo tendría la responsabilidad de comunicar la voluntad del Señor a Su pueblo.

Creyendo que dicha inspiración y dirección me han sido dadas, presento lo siguiente como la palabra del Señor para nosotros y pido la consideración y la acción de los miembros de la conferencia con respecto a los asuntos así presentados

A los Concilios, a las Órdenes Sacerdotales de la Iglesia, y a la Conferencia Mundial:

1

Mi siervo F. Enrique Edwards ha servido bien a mi Iglesia durante mucho tiempo en calidad de anciano misionero, apóstol y, cuando su apostolado fue extendido a la presidencia, como consejero al Presidente del Sumo Sacerdocio y la Iglesia. Ahora se le releva honorablemente de la Primera Presidencia y de las pesadas responsabilidades que ha sobrellevado noblemente y bien. Así relevado de la presidencia, debe hallar satisfacción ejerciendo sus talentos para escribir y enseñar, sin los pesados requisitos administrativos que le han sido impuestos en los últimos años. Como sumo sacerdote, tiene libertad para ministrar a la Iglesia por medio de su testimonio apostólico, según lo permitan su salud y las circunstancias y a medida que se presenten las oportunidades.

2

Para llenar la vacante así creada Duane E. Couey es llamado de entre los miembros del Concilio de los Doce Apóstoles para ser miembro del Concilio de la Primera Presidencia y consejero al Presidente del Sumo Sacerdocio y la Iglesia. En calidad de tal, su testimonio apostólico queda extendido a la presidencia y su ordenación debe efectuarse tan pronto como sea factible. Después de cuidadosa y devota consideración y con la confirmación del espíritu de inspiración, se presentan los siguientes cambios en el personal del Concilio de los Doce Apóstoles:

3

Mis siervos D. Blair Jensen y Percy E. Farrow han hecho cada uno una contribución importante a mi obra mediante su ministerio en muchos sectores del campo ministerial. Los últimos veinte años de su ministerio, el apóstol Jensen los ha dado como miembro del Concilio de los Doce Apóstoles. El apóstol Farrow ha servido como Setenta, Presidente de los Setenta, y durante los últimos dieciocho años, como miembro del Concilio de los Doce Apóstoles. Ha llegado el momento en que han de ser relevados honorablemente del Concilio y dejaros libres para servir como sumos sacerdotes en aquellos sectores del ministerio que más tarde les sean asignados por los concilios y órdenes responsables.

4

Para llenar las vacantes dejadas por los hermanos relevados de su responsabilidad en el Concilio de los Doce Apóstoles, Earl T. Higdon, Alano D. Tyree y Aleah G. Koury son llamados a ser apóstoles de mi Iglesia. Han de ser ordenados como testigos especiales tan pronto como sea factible y deben dárseles cometidos proporcionados a sus capacidades y su devoción. También he dedicado al asunto de la reorganización del personal del Obispado Presidente buena cantidad de cuidadosa y devota consideración.

5

Mi siervo J. Leslie DeLapp, quien ha prestado servicio a la Iglesia durante un largo período de tiempo en calidad de Obispo Presidente, debe ser relevado honorablemente de las pesadas responsabilidades que ha estado sobrellevando, aunque puede servir como obispo viajante y en otras maneras, aconsejando y avisando sobre la ley de los asuntos temporales en relación con los propósitos espirituales, en armonía con su sucesor y la Primera Presidencia. Ha servido a la Iglesia y a sus semejantes con un alto grado de destreza, con evidente devoción, con gran distinción y a veces con mucho sacrificio por su parte y la de su familia. Se le alaba por su buena labor.

6

Enrique L. Livingstone debe ser relevado de sus responsabilidades como consejero al Obispo Presidente. Mi siervo ha dado muchos años de servicio a mi Causa en la Iglesia en una variedad de cometidos y en muchos lugares, en todos los cuales ha obrado noblemente. Le alabo por la amabilidad y la bondad que pone de manifiesto de tantas maneras. Se le llama y, si está dispuesto, ha de ser ordenado al oficio de patriarca para obrar como padre espiritual a los miembros de la Iglesia.

7

Gualterio N. Johnson ha de ser elegido y ordenado como Obispo Presidente para servir en calidad de tal por un tiempo.

8

Para ayudarle como consejeros y servir como miembros del Obispado Presidente, son llamados mis siervos Francisco E. Hansen y Harold W. Cackler, y han de ser ordenados y puestos aparte en dichos oficios. El Espíritu del Señor me impulsa a decir también:

9

A. Ha llegado el tiempo de urgencia, cuando deben aplicarse más plenamente, que hasta ahora, los principios de los procedimientos sionistas, y del arreglo de cuentas de las mayordomías. Esto debe hacerse con cuidado para evitar la apariencia de un deseo, por parte de los miembros de la Iglesia, de quedarse con lo que en justicia no les pertenece. Pero si obran con certeza, bajo la dirección de aquéllos que son inteligentes, capaces y aplicados, mis propósitos pueden ser llevados a cabo más plenamente aun en este tiempo.

B. En esto, la Primera Presidencia, los Doce Apóstoles y el Obispado Presidente, cada uno tiene un papel que desempeñar según sus diversos llamamientos. Mas otros de mi sacerdocio, que están preparados, también han de ser empleados de modo que sus habilidades puedan aplicarse a la obra confiada a todos.

10

A. Para efectuar más plenamente la unidad de mi Iglesia, la Primera Presidencia y el Concilio de los Doce Apóstoles han de estar unidos más estrechamente en sus mutuos empeños. Se alaba a los miembros del Concilio de los Doce Apóstoles por su deseo de trabajar diligentemente para cumplir mis propósitos.

B. Deben continuar ejerciendo su llamamiento como la segunda presidencia, en armonía con su responsabilidad fundamental en nuevos campos. Como a tal segunda presidencia, el Concilio de los Doce Apóstoles ha de compartir con la Primera Presidencia la examinación y determinación del curso administrativo de la Iglesia, mas ha de reconocer al mismo tiempo, que la carga del cuidado de la Iglesia ha sido puesta sobre aquél que está llamado a presidir al sumo sacerdocio de la Iglesia y sobre aquéllos que han sido llamados a ser sus consejeros.

C. A medida que los miembros del Concilio de los Doce Apóstoles se aparten de la administración detallada en las regiones organizadas, la responsabilidad de proseguir la obra en las estacas y las regiones administrativas recaerá más directamente sobre aquéllos que han sido escogidos para este propósito. El trabajo de éstos es necesario y han de ser respetados en sus cargos, trabajando los unos con los otros para consumar mi reino.

D. Liberado así de deberes administrativos detallados, el Concilio de los Doce Apóstoles puede prestar más atención a su labor fundamental de promover la obra en nuevas regiones, tanto en este país como en el extranjero. Este Concilio ha de conceder más atención a este trabajo, aun cuando algunos apóstoles pueden ser asignados a la supervisión general de la obra en regiones organizadas y a funciones que abarquen la Iglesia en todo el mundo.

E. De esta manera el poder de los testimonios de aquéllos que han sido llamados como testigos especiales en mi Iglesia añadirá profundidad y sentido espiritual a mi obra, tanto en la examinación y determinación de los principios y los procedimientos en el reino espiritual y en el reino temporal, como en el evangelismo redentor en este país y en el extranjero.

Vuestro servidor en Cristo,
W. Wallace Smith
Presidente de la Iglesia

Independence, Estado de Missouri, EE.UU.,
el 18 de Abril de 1966