Sección 152

A pesar del precedente que hasta ahora os estáis acostumbrados a aceptar, donde el Presidente de la Iglesia sirvió en su responsabilidad hasta su muerte, el tiempo ya ha llegado que yo nombro a mi sucesor, y también indicar el tiempo cuando él ha de sucederme como el oficial presidente de la Iglesia para servir como Profeta, Vidente, Revelador, y Presidente del Sumo Sacerdocio y de la Iglesia, sujeto a la voluntad de la Conferencia Mundial (véase también Doctrina y Pactos 43:2a).

Por un prolongado periodo de tiempo, he dado consideración seria y constante a la pregunta: “¿Quién ha de ser mi sucesor en la Presidencia?” Por consiguiente, he presentado este asunto a Dios repetidamente en oración, rogando luz divina para que pueda conocer la voluntad de mi Padre Celestial, y conociéndola, tenga la sabiduría y el valor para hacerla. Así después de haber buscado el espíritu y la voluntad de Dios en cuanto a los asuntos pertenecientes a la conducta y el crecimiento del reino, me encuentro preparado para presentar el mensaje siguiente:

A los Concilios, Órdenes Sacerdotales de la Iglesia, y a la Conferencia Mundial:

1

A. A fin de que mi Iglesia continúe siendo dirigida por mi espíritu, por medio del linaje de su fundador, mi servidor anciano Wallace Bunnell Smith es llamado al servicio de la Iglesia como ayudante a su padre en el Concilio de la Primera Presidencia con el título de: Profeta y Presidente Designado.

B. Él servirá en esta capacidad durante un período aproximado de dos años de preparación espiritual y estudio, después de cual tiempo, si permaneciere fiel, él debe ser elegido Presidente para suceder a su padre mediante el proceso de común acuerdo por la Conferencia Mundial de mi Iglesia.

C. En aquel entonces, si continúa la vida de mi servidor W. Wallace Smith, quien habrá servido como el líder de mi Iglesia por un período de veinte años, se retirará, y se le dará el título de Presidente Emérito.

2

A. Mi servidor, anciano Russell F. Ralston habiendo servido en numerosas capacidades durante el periodo de su nombramiento como ministro, donde ha dedicado todo su tiempo a la Iglesia, los últimos doce años como miembro del Concilio de los Doce Apóstoles, ha de ser relevado honradamente de sus responsabilidades como miembro de ese concilio.

B. Como servidor fiel en mi reino, su recompensa es segura, si continuare sosteniendo aquellos principios del evangelio que sabe son verdaderos. Su testimonio apostólico es de extenderse por medio de su ordenación como sumo sacerdote, y el espíritu de testimonio que ha motivado su ministerio por tantos años.

C. Como representante especial bajo la dirección del Presidente del Concilio de los Doce Apóstoles, se le dará la oportunidad de exponer el evangelio por medio de asignaturas de predicación y enseñanza, según el tiempo, sus fuerzas y las circunstancias le permitan, pero sin la carga de responsabilidad administrativa, o de viajes extensos en una jurisdicción específica y geográfica. Si él continúa en la fe, yo el Señor le bendeciré y a su familia con una calidad de salud, fuerza y paz de espíritu proporcionadas a sus necesidades.

3

Para llenar la vacante así creada, el anciano C. Eugenio Austin, padre, es llamado a ser un apóstol en mi Iglesia. La consumación de este llamamiento por ordenación como miembro del Concilio de los Doce Apóstoles ha de cumplirse tan pronto como sea posible para asegurar la continuidad de la dirección en las varias jurisdicciones donde los miembros del Concilio de los Doce Apóstoles sirven según sean dirigidos por la Presidencia del Sumo Sacerdocio.

4

A. El Espíritu Santo dice además: Yo, Dios, no os he abandonado, ni he cambiado en respecto a la obra grande e importante de la Restauración, a la cual os he llamado para hacer. Tampoco me he apartado de vosotros mi pueblo. Esto es la verdad a pesar de que algunos de vosotros os habéis apartado de mí y de mis propósitos.

B. Algunos han sido llevados a la inactividad, sí y aun han sido arrullados a dormir por el espíritu de negligencia e indiferencia. Algunos han sido vencidos por los groseros pecados del mundo, el espíritu de ligereza, vida libertina, uso de drogas, uso de licor y la fornicación; y éstos se han separado de Dios. Y aun hay otros que se han apartado por engrandecimiento personal, rechazando mi dirección a causa de ofensas triviales.

C. Todos los que han hecho cualquiera de estas cosas son aconsejados a arrepentirse con corazón contrito y con angustia de espíritu mientras aún hay tiempo. Además vosotros sois amonestados a renovar vuestros pactos conmigo, para que podáis ser otra vez hombres y mujeres limpios, y podáis hallar paz.

D. Mis promesas son seguras; mi yugo es fácil y ligera mi carga para los que me aman y andan en la luz de mi Espíritu.

W. Wallace Smith
Presidente de la Iglesia

Independence, Estado de Missouri, EE.UU.,
el 29 de marzo de 1976