Sección 17

1

A. El origen de la Iglesia de Cristo en éstos los últimos días, a los mil ochocientos treinta años de la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo en la carne, habiendo sido debidamente organizada y establecida de conformidad con las leyes de nuestro país, por la voluntad y los mandamientos de Dios, en el sexto día del cuarto mes llamado abril;

B. Los cuales mandamientos fueron dados a José Smith, hijo, quien fue llamado de Dios y ordenado apóstol de Jesucristo para ser el primer anciano de esta Iglesia; y a Oliverio Cowdery, que también fue llamado de Dios como apóstol de Jesucristo, y ordenado bajo las manos de José Smith para ser el segundo anciano de esta Iglesia,

C. Esto según la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien sea toda gloria, ahora y para siempre. Amén.

2

A. Después de habérsele manifestado debidamente a este primer anciano, que había recibido la remisión de sus pecados, se vio enredado nuevamente en las vanidades del mundo;

B. Pero después de arrepentirse y de humillarse sinceramente, mediante la fe, Dios le ministró por medio de un santo ángel, cuyo semblante era como un relámpago y cuyas vestiduras eran puras y blancas, más que ninguna otra blancura;

C. Y le dio mandamientos que le inspiraron, y por los medios preparados de antemano, le dio poder desde las alturas para que tradujera el Libro de Mormón,

D. Que contiene el relato de un pueblo caído, y la plenitud del evangelio de Jesucristo para los gentiles, así como para los judíos, libro que fue dado por inspiración,

E. Y confirmado a otros por el ministerio de ángeles y manifestado por ellos al mundo, probando al mundo que las Santas Escrituras son verdaderas,

F. Y que Dios inspira a los hombres y los llama a Su santa obra en esta época y generación, tal como lo hacia en la antigüedad,

G. Demostrando así que es el mismo Dios ayer, hoy y para siempre. Amén.

3

A. Teniendo, pues, tan grandes testimonios, por ellos será juzgado el mundo, aun cuantos desde ahora en adelante vengan al conocimiento de esta obra.

B. Los que la recibieren con fe, y obraren con rectitud, recibirán una corona de vida eterna;

C. Pero se convertirá en condenación para los que endurezcan sus corazones en la incredulidad y la rechacen, porque Dios el Señor lo ha dicho.

D. Nosotros, los ancianos de la Iglesia, lo hemos oído y damos testimonio de las palabras de la gloriosa Majestad en las alturas, a quien sea la gloria para siempre jamás. Amén.

4

A. Por estas cosas sabemos que hay un Dios en los cielos, quien es infinito y eterno, desde la eternidad hasta la eternidad el mismo invariable Dios, el Hacedor de los cielos y de la tierra, y de todas las cosas que en ellos hay, y que Él creó al hombre, varón y hembra;

B. Según Su propia imagen y a Su propia semejanza los creó, y les dio mandamiento de que le amaran y le sirvieran, el único Dios viviente y verdadero, y de que Él fuese el único ser que adorasen.

C. Pero por la transgresión de estas santas leyes, el hombre se hizo sensual y diabólico y se convirtió en un hombre caído.

5

A. Por eso, el Dios Todopoderoso dio a Su Hijo Unigénito, como está escrito en aquellas Escrituras que se han dado de Él:

B. Sufrió tentaciones, pero no hizo caso de ellas;

C. Fue crucificado, murió y resucitó al tercer día;

D. Y ascendió a los cielos para sentarse a la diestra del Padre, para reinar con poder omnipotente según la voluntad del Padre, a fin de que cuantos creyesen y fuesen bautizados en Su santo nombre y perseverasen hasta el fin, fuesen salvos;

E. No sólo los que creyeron después de Su venida en la carne, en el meridiano de los tiempos, sino también todos los que existieron desde el principio, antes de que Él viniese,

F. Que creyeron en las palabras de los santos profetas, que hablaban conforme eran inspirados por el don del Espíritu Santo,

G. Quienes, en verdad, testificaron de Él en todas las cosas, tuviesen la vida eterna así como los que viniesen después y creyesen en los dones y llamamientos de Dios por el Espíritu Santo,

H. El cual da testimonio del Padre y del Hijo, los cuales, Padre, Hijo y Espíritu Santo son un Dios, infinito y eterno, sin fin. Amén.

6

A. Sabemos que es necesario que todos los hombres se arrepientan y crean en el nombre de Jesucristo y adoren al Padre en Su nombre, y perseveren con fe en Su nombre hasta el fin, o no pueden ser salvos en el reino de Dios.

B. Sabemos que la justificación por la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es justa y verdadera.

C. Sabemos, asimismo, que la santificación por la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es justa y verdadera para todos aquéllos que aman a Dios con toda su diligencia, entendimiento y fuerza;

D. Pero hay la posibilidad de que el hombre caiga de la gracia y se aparte del Dios viviente.

E. Por tanto, que tenga cuidado la Iglesia y ore siempre, no sea que caiga en tentación; sí, e incluso los que están santificados, que tengan cuidado también.

F. Sabemos que estas cosas son verdaderas y van de acuerdo con las revelaciones de Juan, sin aumentar ni disminuir la profecía de su libro, ni las Sagradas Escrituras, ni las revelaciones
de Dios que vendrán en lo futuro por el don y el poder del Espíritu Santo, la voz de Dios o el ministerio de ángeles.

G. Quienes, en verdad, testificaron de Él en todas las cosas, tuviesen la vida eterna así como los que viniesen después y creyesen en los dones y llamamientos de Dios por el Espíritu Santo,

7

A. Además, por vía de mandamiento a la Iglesia respecto al modo del bautismo;

B. Todos los que se humillen ante Dios y deseen ser bautizados, y vengan con corazones quebrantados y espíritus contritos, y den testimonio ante la Iglesia de que se han arrepentido verdaderamente de todos sus pecados,

C. Y estén dispuestos a tomar sobre si el nombre de Jesucristo, con la determinación de servirle hasta el fin,

D. Y por sus obras verdaderamente manifiesten que han recibido el Espíritu de Cristo para la remisión de sus pecados, serán recibidos en Su Iglesia por el bautismo.

8

A. El deber de los ancianos, sacerdotes, maestros, diáconos, y miembros de la Iglesia de Cristo:

B. Un apóstol es un anciano, y su llamamiento es el de bautizar, y ordenar a otros a ser ancianos, sacerdotes, maestros y diáconos, y administrar el pan y el vino, los emblemas de la carne y la sangre de Cristo,

C. Y confirmar, por la imposición de manos para el bautismo de fuego y del Espíritu Santo, a los que son bautizados en la Iglesia, de conformidad con las Sagradas Escrituras;

D. Y enseñar, exponer, exhortar, bautizar y velar sobre la Iglesia;

E. Y confirmar a los de la Iglesia por la imposición de manos y el don del Espíritu Santo,

F. Y hacerse cargo de todos los servicios.

9

Los ancianos han de conducir los servicios según fueren guiados por el Espíritu Santo, de conformidad con los mandamientos y revelaciones de Dios.

10

A. El deber del sacerdote es predicar, enseñar, exponer, exhortar, bautizar y administrar la Cena del Señor,

B. Y visitar el hogar de cada miembro, y exhortarles a orar vocalmente y en secreto y a cumplir con todos los deberes de la familia.

C. Puede también ordenar a otros a ser sacerdotes, maestros y diáconos.

D. El ha de presidir en los servicios cuando no esté presente ningún anciano, pero cuando esté presente un anciano, el sacerdote solamente ha de predicar, enseñar, exponer, exhortar, bautizar y visitar al hogar de cada miembro, exhortándolos a orar vocalmente y en secreto, y a cumplir con todos los deberes de la familia.

E. En todos estos deberes, el sacerdote debe ayudar al anciano, si la ocasión lo requiere.

11

A. El deber del maestro es velar siempre sobre la Iglesia, y estar con sus miembros y fortalecerlos y cuidar de que no haya iniquidad en la Iglesia, ni dureza entre unos y otros, ni mentiras ni difamaciones ni maledicencias;

B. Y cuidar de que los miembros de la Iglesia se reúnan con frecuencia, y cuidar de que todos los miembros cumplan con sus deberes.

C. Se hará cargo de los servicios en la ausencia del anciano o del sacerdote.

D. En todos sus deberes en la Iglesia siempre le han de ayudar los diáconos, si la ocasión lo requiere;

E. Pero ni los maestros ni los diáconos tienen autoridad para bautizar, administrar la Cena del Señor, o imponer las manos;

F. Sin embargo, deben amonestar, exponer, exhortar, enseñar, e invitar a todos a venir a Cristo.

12

A. Todo anciano, sacerdote, maestro o diácono será ordenado según los dones y llamamientos de Dios para con él;

B. Y ha de ser ordenado por el poder del Espíritu Santo con que ha de estar investido aquél que le ordene.

13

Los varios ancianos que componen esta Iglesia de Cristo han de reunirse en conferencia una vez cada tres meses, o de vez en cuando, según lo que dichas conferencias indiquen o determinen;
y las referidas conferencias deben despachar cualquier asunto de la Iglesia que fuere necesario al tiempo de celebrarse.

14

Los ancianos han de recibir sus licencias de otros ancianos, por voto de la congregación a la que pertenezcan, o de las conferencias.

15

Todo sacerdote, maestro o diácono que fuere ordenado por un sacerdote puede recibir de él en tal ocasión un certificado, el cual, cuando lo presentare a un anciano, le dará derecho a recibir una licencia que le autorizará a desempeñar los deberes de su llamamiento; o bien puede recibirla de una conferencia.

16

A. En esta Iglesia nadie será ordenado a oficio alguno, donde exista una congregación de la misma debidamente organizada, sin el voto de dicha congregación;

B. Pero los ancianos presidentes, los obispos viajantes, los sumos consejeros, los sumos sacerdotes y los ancianos pueden tener el privilegio de ordenar; donde no haya una congregación de la Iglesia que pueda dar su voto al respecto.

17

Todo presidente del sumo sacerdocio (o anciano presidente), obispo, sumo consejero y sumo sacerdote ha de ser ordenado siguiendo las instrucciones de un sumo consejo, o Conferencia General.

18

A. El deber de los miembros después de haber sido recibidos por el bautismo:

B. Los ancianos o los sacerdotes han de tener el tiempo suficiente para exponerles todas las cosas referentes a la Iglesia de Cristo, con el fin de que las comprendan, antes de que participen de la Cena del Señor, y sean confirmados por la imposición de manos de los ancianos; de modo que todas las cosas se hagan con orden.

C. Los miembros, por su comportamiento y conversación que son según Dios, portándose con santidad ante el Señor, han de manifestar ante la Iglesia, así como ante los ancianos, que son dignos de ello a fin de que la fe y las obras concuerden con las Sagradas Escrituras.

19

Todo miembro de la Iglesia de Cristo que tenga hijos ha de traerlos a los ancianos, quienes en presencia de la Iglesia, han de imponerles las manos en el nombre de Jesucristo, y bendecirlos en Su nombre.

20

Nadie puede ser recibido en la Iglesia de Cristo a no ser que haya llegado a la edad de responsabilidad ante Dios y sea capaz de arrepentirse.

21

A. El bautismo ha de ser administrado de la siguiente manera a todos los que se arrepientan;

B. La persona que ha sido llamada de Dios y tiene autoridad de Jesucristo para bautizar, entrará en el agua con la persona que se haya presentado para el bautismo, y le dirá, llamándole o llamándola por su nombre;

C. “Habiendo sido autorizado de Jesucristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.”

D. Entonces le sumergirá, o la sumergirá, en el agua, y saldrán luego del agua.

22

A. Es conforme a mi voluntad que la Iglesia se reúna a menudo para participar del pan y del vino en memoria de Jesús, el Señor.

B. El anciano o el sacerdote los administrará, y lo hará de esta manera:

C. Se arrodillará con los de la Iglesia e invocará al Padre en solemne oración, diciendo:

D. “Oh Dios, Padre Eterno, te pedimos en el nombre de tu Hijo Jesucristo que bendigas y santifiques este pan para las almas de todos los que participen de él, que lo coman en memoria del cuerpo de tu Hijo, y te den testimonio, oh Dios, Padre Eterno, de que desean tomar sobre sí el nombre de tu Hijo y acordarse siempre de Él, y guardar Sus mandamientos que Él les ha dado, a fin de que siempre tengan Su Espíritu consigo. Amén”.

23

A. La manera de administrar el vino: Tomará también la copa, y dirá:

B. “Oh Dios, Padre Eterno, te pedimos en el nombre de tu Hijo Jesucristo que bendigas y santifiques este vino para las almas de todos los que beban de él, que lo hagan en memoria de la sangre de tu Hijo que fue derramada para ellos, que te den testimonio, oh Dios, Padre Eterno, de que siempre se acuerdan de Él, a fin de que tengan Su Espíritu consigo. Amén”.

24

Cualquier miembro de la Iglesia de Cristo que transgrediere o fuere sorprendido en una falta, será tratado con arreglo a lo que indican las Sagradas Escrituras.

25

A. Será el deber de las diversas congregaciones que compongan la Iglesia de Cristo enviar a uno o más de sus maestros para que asistan a las varias conferencias que celebren los ancianos de la Iglesia, con una lista de los nombres de los diferentes miembros que se hayan unido a la Iglesia desde la última conferencia.

B. O enviarla por conducto de algún sacerdote, de modo que pueda consignarse en un libro una lista ordenada de todos los miembros de la Iglesia, a cargo de aquél de entre los ancianos a quien de vez en cuando designen los otros ancianos.

C. Y también si algunos han sido expulsados de la Iglesia, para que se borren sus nombres del registro general de la Iglesia.

26

Todos los miembros que se muden de la congregación donde residen, si se van a una congregación donde no se les conoce, pueden llevar una carta que certificará que son miembros formales y de
buena reputación. Este certificado puede ir firmado por cualquier anciano o sacerdote, si el miembro que recibe la carta conoce personalmente al anciano o al sacerdote, o también puede ir firmado por los maestros o diáconos de la Iglesia.