Sección 22

1

Las palabras que Dios le dijo a Moisés en cierta ocasión en que Moisés fue arrebatado a una montaña muy alta, y vio a Dios cara a cara, y habló con Él, y la gloria de Dios descendió sobre Moisés; por tanto, éste pudo mantenerse en Su presencia.

2

Y Dios le habló a Moisés, diciendo: He aquí, soy el Señor Dios Todopoderoso, e Infinito es mi nombre, porque soy sin principio de días o fin de años; ¿y no es esto infinito?

3

A. He aquí, tú eres mi hijo; mira, pues, y te mostraré las obras de mis manos, aunque no todas;

B. Porque mis obras no tienen fin, ni tampoco mis palabras, porque nunca cesarán.

C. Por consiguiente, nadie puede contemplar todas mis obras sin contemplar toda mi gloria;

D. Y nadie puede ver toda mi gloria y después permanecer en la carne, sobre la tierra.

4

A. Tengo una obra para ti, Moisés, hijo mío. Eres a semejanza de mi Unigénito; y mi Unigénito es y será el Salvador, porque está lleno de gracia y de verdad.

B. Aparte de mí no hay Dios; y todas las cosas están presentes para conmigo, porque las conozco todas.

5

Y ahora, he aquí, esta cosa te muestro, Moisés, hijo mío; porque tú estás en el mundo, y ahora te la muestro.

6

A. Y sucedió que Moisés miró y vio el mundo sobre el cual él había sido creado.

B. Moisés, al contemplar el mundo y sus confines, y a todos los hijos de los hombres que son y que fueron creados, se maravilló y asombró grandemente de ello.

C. Luego la presencia de Dios se apartó de Moisés, de forma que Su gloria ya no se hallaba sobre Moisés; y Moisés fue dejado a sus propias fuerzas; y al quedar abandonado a sus propias fuerzas, cayó a tierra.

7

A. Y aconteció que por el espacio de muchas horas Moisés no recobró su fuerza natural humana; y se dijo a sí mismo:

B. Por esta causa, ahora sé que el hombre no es nada, cosa que nunca me había imaginado; pero ahora mis ojos han visto a Dios; pero no mis ojos naturales, sino los ojos espirituales, porque mis ojos naturales no podrían haberle visto, pues me habría desfallecido y muerto en Su presencia;

C. Mas Su gloria estaba sobre mí, y vi Su rostro, porque fui transfigurado delante de Él.

8

A. Entonces aconteció que cuando Moisés hubo dicho estas palabras, he aquí que Satanás vino a tentarle, diciendo: Moisés, hijo del hombre, adórame a mí.

B. Y sucedió que Moisés miró a Satanás, y dijo: ¿Quién eres tú? Porque, he aquí yo soy un hijo de Dios, a semejanza de Su Unigénito; ¿y dónde está tu gloria, para que te adore a ti?

C. Porque, he aquí, yo no habría podido mirar a Dios a no ser que Su gloria estuviese sobre mí, y yo fuese transformado delante de Él. Pero a ti, Satanás, te puedo mirar según el hombre natural. ¿Ciertamente no es así?

9

A. Bendito sea el nombre de mi Dios, porque Su Espíritu no se ha apartado de mí por completo; o de lo contrario, ¿dónde está tu gloria? Porque para mí es tinieblas, y puedo discernir entre ti y Dios;

B. Pues Él me dijo: Adora a Dios, porque a Él sólo servirás.

C. ¡Vete de aquí, Satanás! No me engañes; porque Dios me dijo: Eres a semejanza de mi Unigénito.

10

También Dios me dio mandamiento, cuando me llamó desde en medio de la zarza ardiente, diciendo: Invoca a Dios en el nombre de mi Unigénito, y adórame.

11

Y dijo además Moisés: No cesaré de invocar a Dios. Tengo otras cosas que preguntarle a Él; porque Su gloria ha estado sobre mí, y la reconozco que es una gloria real; por lo tanto, puedo distinguir entre Él y tú. ¡Vete de aquí, Satanás!

12

Cuando Moisés hubo dicho estas palabras, Satanás gritó con gran voz, y se fue sobre la faz de la tierra, y mandó, diciendo: Yo soy el Unigénito, adórame a mí.

13

Y sucedió que Moisés empezó a temer en gran manera; y al irse llenando de temor, vio la amargura del infierno; empero, invocando a Dios recibió fuerza, y mandó diciendo: ¡Vete de aquí, Satanás! porque solamente adoraré a este Dios único, quien es el Dios de gloria.

14

Ahora, Satanás comenzó a temblar, y la tierra se estremeció y Moisés recibió fuerza e invocó a Dios en el nombre del Unigénito, diciendo a Satanás: ¡Apártate de aquí!

15

Y sucedió que Satanás gritó con gran voz, con lloro, lamentos, y el crujir de dientes, y se fue de allí; si, de la presencia de Moisés, de modo que Moisés ya no le vio más.

16

Ahora bien, de esto Moisés dio testimonio; mas, a causa de la iniquidad, el testimonio no se halla entre los hijos de los hombres.

17

A. Y sucedió que cuando Satanás se hubo retirado de la presencia de Moisés, éste alzó los ojos hacia el cielo, estando lleno del Espíritu Santo, el cual da testimonio del Padre y del Hijo.

B. E invocando el nombre de Dios, Moisés volvió a ver Su gloria; porque reposó sobre él, y oyó una voz que decía:

C. Bendito eres, Moisés, porque, el Omnipotente, te ha escogido, y serás hecho más fuerte que muchas aguas, porque obedecerán tu mandato aun como si fueses Dios.

18

He aquí, estoy contigo aun hasta el fin de tus días, porque librarás a mi pueblo de la servidumbre, es decir, a Israel, mi pueblo escogido.

19

A. Y aconteció que, mientras la voz aun estaba hablando, Moisés dirigió la vista en derredor y vio la tierra; si toda su faz; y no hubo partícula de ella que no viese, discerniéndola por medio del Espíritu de Dios.

B. Vio también a sus habitantes, y no hubo alma que él no viese, y las discernió por medio del Espíritu de Dios, y su número era grande, aun tan incontable como la arena que está a la orilla del mar.

C. Y Moisés vio muchos países, y cada país se llamaba tierra; y sobre la faz de cada uno había habitantes.

20

Y sucedió que Moisés imploró a Dios, diciendo: Dime, te lo ruego, ¿por qué son así estas cosas, y por qué medio las has hecho? Y he aquí que la gloria de Dios estuvo sobre Moisés, de modo que él se halló en la presencia de Dios y habló con Él cara a cara.

21

A. Y Dios el Señor dijo a Moisés: Para mis propios propósitos he hecho estas cosas. He aquí sabiduría, y en mí permanece.

B. Las he creado por el Verbo de mi poder, quien es mi Hijo Unigénito, lleno de gracia y de verdad.

C. Mundos sin número he creado, y también los creé para mis propios propósitos, y los he creado por medio del Hijo, quien es mi Unigénito. Al primer hombre de todos los hombres, y son muchos, he llamado Adán.

D. Pero sólo te doy un relato de esta tierra y de sus habitantes; porque, he aquí, hay muchos mundos que han dejado de existir por el Verbo de mi poder.

E. Hay muchos también que ahora existen, y son incontables para el hombre; pero para mí todas las cosas están contadas, porque son mías, y yo las conozco.

22

A. Y sucedió que Moisés le habló al Señor, diciendo:

B. Sé misericordioso para con tu siervo, oh Dios, y cuéntame concerniente a esta tierra y a sus habitantes; y también concerniente a los cielos; y entonces tu siervo quedará contento.

23

A. Luego Dios el Señor habló a Moisés, diciendo: Los cielos son muchos y el hombre no puede contarlos, pero para mí están contados, porque son míos; y así como pasará una tierra, con sus cielos, aun así también aparecerá otra.

B. No tendrán fin mis obras, ni tampoco mis palabras; porque ésta es mi obra y mi gloria; efectuar la inmortalidad y la vida eterna del hombre.

24

A. Ahora, Moisés, hijo mío, te hablaré concerniente a esta tierra sobre la cual te hallas; y escribirás las cosas que te diré.

B. En el día en que los hijos de los hombres juzgarán que mis palabras no tienen valor, y quitarán muchas de ellas del libro que tú escribirás, he aquí, levantaré a otro semejante a ti, y mis palabras volverán a tenerse entre los hijos de los hombres, entre cuantos creyeren.

25

Estas palabras le fueron dichas a Moisés sobre la montaña, el nombre de la cual no se sabrá entre los hijos de los hombres. Y ahora se te dicen a ti. Amén.