Sección 147

Con las necesidades de la Iglesia constantemente presentes ante mí; he hecho de estos asuntos el objeto de mis oraciones. Al querer saber la voluntad de mi Padre Celestial como guía para la Iglesia, el día 11 de marzo, fui despertado por la mañana temprano y el Espíritu Santo me encargó que escribiese lo siguiente como instrucción para vosotros que estáis reunidos en conferencia y para la Iglesia en general.

A los Concilios, Órdenes Sacerdotales de la Iglesia y a la Conferencia Mundial:

1

Mi siervo, Carlos R. Hield, que ha servido en el Concilio de los Doce Apóstoles con devoción y con el espíritu de sacrificio, queda relevado de sus deberes como miembro de dicho Concilio, pero su testimonio apostólico ha de extenderse a la Iglesia, por medio de la continuación de las obras de investigación y traducción. También continuará haciendo sentir su ministerio entre mi pueblo, dando su testimonio del evangelio restaurado mediante el ministerio de la predicación y de las obras escritas, como sumo sacerdote en mi servicio.

2

Mi siervo, Roscoe E. Davey, quien durante muchos años ha servido fielmente en los concilios de la Iglesia, ha hecho en estos cargos una contribución que es muy digna de aceptación, y será recompensado adecuadamente. Ha sido bendecido con la presencia de mi espíritu en situaciones y ocasiones de gran necesidad que él conoce y si prosigue fiel, continuará recibiendo instrucciones mientras continúe su ministerio testificador en la Orden de los Evangelistas, a cuyo oficio ahora se le llama y se le debe ordenar.

3

Arturo A. Oakman ha engrandecido el don de comunicar las bellezas del evangelio por medio de la palabra hablada, mientras servía en los concilios de mi Iglesia. Con el fin de que pueda tener más libertad en promover mi obra por medio de sus talentos especiales en el ministerio, queda relevado de sus deberes como miembro del principal concilio misionero y debería dársele un puesto en la orden patriarcal, como evangelista a cuya orden se le llama, para mantener un testimonio de avivamiento espiritual en los centros claves para el establecimiento y la expansión de la Iglesia.

4

Para llenar dos de las vacantes así creadas, mis siervos Russell F. Ralston y Guillermo E. Timms son llamados de sus presentes puestos para que sean apóstoles en el Concilio de los Doce Apóstoles de mi Iglesia. Se les ha de ordenar para que ocupen su lugar con los otros miembros del concilio tan pronto como sea factible.

5

a La mayordomía es la respuesta de mi pueblo al ministerio de mi Hijo, y se exige por igual a todos los que procuran edificar el reino. Se insta a las autoridades espirituales a que así lo enseñen con renovado vigor en reconocimiento de la gran necesidad, y a que nada separe a dichas autoridades de aquéllos que tienen responsabilidades más específicas en los asuntos temporales de la Iglesia. b. A este respecto se os recuerdan las instrucciones que os fueron dadas anteriormente por medio de uno de mis siervos. Reprimir los deseos innecesarios es algo que va de acuerdo con la ley de la mayordomía y es propio de mi pueblo.

6

A. Como dirigente vuestro, he solicitado diligentemente la luz divina sobre la cuestión de la representación en las Conferencias Mundiales de la Iglesia. Como resultado de los dictados del Espíritu Santo, os traigo lo siguiente como guía para la Iglesia en este asunto importante:

B. Nada de lo que ha sido dado hasta ahora por vía de instrucción debe interpretarse de modo que restrinja el derecho de la Conferencia Mundial a fijar el número de sus miembros, o a juzgar por sí misma en los asuntos legislativos. Únicamente se requiere que la asamblea actúe de acuerdo con los principios básicos que ya se han dado a conocer: dirección de las autoridades generales dirigentes de la Iglesia, y común acuerdo de conformidad con los pactos de la Iglesia y la oración de fe.

7

Además, el Espíritu Santo me autoriza a decir: La instrucción que ha sido dada en los años anteriores puede aplicarse en principio a las necesidades de hoy y que así deberán tenerla en cuenta aquéllos que buscan los medios de cumplir la voluntad de su Padre Celestial. Pero las exigencias de una Iglesia en crecimiento requieren que estos principios sean evaluados y sometidos a una interpretación adicional. Este requisito siempre ha tenido vigencia. Al cumplimiento, bajo la guía de mi Espíritu, mis siervos han aprendido más ciertamente el propósito de estos principios.

W. Wallace Smith
Presidente de la Iglesia

Presentada este día 6 de Abril del año de nuestro Señor, 1964