Sección 18

1

A. Soy el Alfa y la Omega, Cristo el Señor; si, yo soy Él, aun el principio y el fin, el Redentor del mundo;

B. Habiendo cumplido y consumado la voluntad de Aquél de quien soy, o sea el Padre, respecto a mí; así me ha sido otorgado el poder sujetar todas las cosas a mí;

C. Conservando todo poder, aun hasta el de destruir a Satanás y sus obras al fin del mundo, y en el gran día del juicio final, el cual pronunciaré sobre los habitantes del mundo, juzgando a cada uno según sus obras y los hechos que haya cometido.

D. Ciertamente todos los hombres tienen que arrepentirse o padecer, porque yo, Dios, soy infinito; por lo tanto, no revocaré los juicios que pronunciaré, sino que habrá lloro, lamentos y el crujir de dientes;

E. Sí, entre aquellos que se hallaren a mi izquierda; sin embargo, no está escrito que este tormento no tendrá fin; sino que está escrito tormento inacabable.

2

A. Además, está escrito condenación eterna: por tanto, es más explícito que otras escrituras, con el fin de que obrara en los corazones de los hijos de los hombres enteramente para la gloria de mi nombre.

B. Os explicaré, pues, este misterio, porque conviene que lo sepáis, aun como mis apóstoles.

C. Os hablo a vosotros que sois escogidos en este asunto, como a uno, para que entréis en mi descanso; porque, he aquí, el misterio de la divinidad, ¡cuán grande es!

D. Porque, he aquí, yo soy infinito, y el castigo que se da por mi mano es castigo infinito, porque Infinito es mi nombre; así pues,

E. Castigo eterno es castigo de Dios. Castigo infinito es castigo de Dios.

F. Por lo tanto, te mando que te arrepientas y guardes los mandamientos que en mi nombre has recibido de las manos de mi siervo José Smith, hijo;

G. Y es por mi omnipotencia que los has recibido; por consiguiente, te mando que te arrepientas. Arrepiéntete, no sea que te hiera con la vara de mi boca, con mi ira y con mi enojo, y sean dolorosos tus padecimientos: ¡No sabes cuán dolorosos! ¡No sabes cuán intensos! ¡Sí, no sabes cuán difíciles de soportar!

H. Porque, he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no perezcan si se arrepienten; mas si no se arrepienten, tendrán que padecer lo mismo que yo;

I. El cual padecimiento hizo que aun yo mismo, el mayor de todos, temblara a causa del dolor, sangrara por cada poro, padeciera tanto en el cuerpo como en el espíritu, y deseara no tener que beber la amarga copa y poder evitarla.

J. No obstante, gloria sea al Padre, la tomé y consumé mis preparaciones para con los hijos de los hombres.

K. Por eso, de nuevo te mando que te arrepientas, no sea que te humille con mi omnipotencia, y que confieses tus pecados, para que no sufras estos castigos de que he hablado, castigos que probaste en el menor, sí, aun en el mínimo grado cuando te retiré mi Espíritu.

L. Te mando que no prediques sino el arrepentimiento, y que no muestres estas cosas al mundo hasta que sea según mi sabiduría;

M. Porque, por ahora, ellos ya no pueden digerir la comida fuerte, sino que han de recibir leche; por lo tanto, no han de saber estas cosas, no sea que perezcan.

N. Aprende de mí, y escucha mis palabras; anda en la mansedumbre de mi Espíritu y tendrás paz en mí.

O. Yo soy Jesucristo; vine por la voluntad del Padre, y hago Su voluntad.

3

A. Asimismo, te mando que no codicies la esposa de tu prójimo; ni procures quitar la vida de tu prójimo,

B. Y además te mando que no codicies tus propios bienes, sino que los impartas con liberalidad para imprimir el Libro de Mormón, que contiene la verdad y la palabra de Dios.

C. Que es mi palabra para los gentiles, a fin de que pronto vaya a los judíos, de quienes los lamanitas son un residuo, para que crean en el evangelio y no esperen la venida de un Mesías que ya ha venido.

4

A. Asimismo, te mando que ores, tanto vocalmente como en tu corazón; sí, ante el mundo así como en secreto; en público así como en privado.

B. Y anunciarás buenas nuevas; sí, decláralo desde las montañas y en todo lugar alto, y entre toda la gente que te sea permitido ver.

C. Lo harás con toda humildad, confiando en mí, no vituperando a los que vituperen.

D. De dogmas no hablarás, sino que declararás el arrepentimiento y la fe en el Salvador, y la remisión de pecados por el bautismo y por fuego; es decir, por medio del Espíritu Santo.

5

A. He aquí, éste es el último gran mandamiento que te daré tocante a este asunto; porque esto será suficiente para tu conducta diaria, aun hasta el fin de tu vida.

B. Si menosprecias estos consejos, te sobrevendrá la miseria; si, aun tu propia destrucción y la de tus bienes.

C. Vende una parte de tus bienes; sí, parte de tus terrenos, y todo excepto lo necesario para mantener a tu familia.

D. Paga la deuda que has contraído con el impresor. Líbrate de la servidumbre.

E. Deja tu casa y hogar, excepto cuando desees ver a tu familia, y habla libremente a todos;

F. Sí, predica, exhorta, declara la verdad, aun en voz alta, con el son de regocijo, grita: ¡Hosanna, hosanna, bendito sea el nombre de Dios el Señor!

6

A. Ora siempre, y derramaré mi Espíritu sobre ti, y grande será tu bendición; sí, aun mayor que si obtuvieras los tesoros de la tierra y la corrupción que viene con ellos.

B. He aquí, ¿puedes leer esto sin regocijarte y sin que tu corazón se anime de alegría? ¿O puedes seguir yendo de aquí para allá como un guía ciego? ¿O puedes ser humilde y manso y conducirte prudentemente ante mí?

C. Sí, ven a mí, tu Salvador. Amén.